¿Se te hace fácil evadir, postergar y procrastinar?
Si sí, es momento de re-codificar tu relación con la responsabilidad.
Descubrí un hack que me liberó.
Y hoy te lo voy a regalar.
EL TRIP DE HOY - en 10 minutos o menos vamos a explorar:
Porqué no te gusta hacerte responsable
Cómo re-codificar la responsabilidad
El hack liberador
👓 Si prefieres leerme, sigue leyendo.
🎥 Si prefieres verme y oírme, ve el video abajo
Aquí el video:
A mi me costaba mucho trabajo asumir mis responsabilidades.
Me la vivía evadiendo, postergando y procrastinando.
Al principio, culpaba la “falta de pasión” por mi evasión.
Me convencía que estaba justificado y hasta esperado no hacer las tareas que no encontraba importantes o significativas.
Como si fuera mi privilegio y mi derecho.
Y como yo era el que tenía el poder de asignarle o quitarle el valor a las tareas, convenientemente, aquellas tareas que me costaban trabajo, que no me gustaban, o que me daban flojera las volvía insignificantes.
Y con eso justificaba mi falta de acción.
Intenté mil trucos mentales, mentiras, ilusiones y suposiciones para curarme y motivarme a hacerme responsable.
Pero ninguna funcionó.
Hasta que descubrí un hack que me liberó.
Y hoy te lo quiero regalar.
Pero antes de llegar al hack, hay que clarificar porqué el concepto “responsabilidad” nos cuesta tanto trabajo.
La imposición
Todos hemos sufrido un adoctrinamiento social, cultural y familiar pesado en torno a la responsabilidad.
Unos más que otros.
En esencia, nos han enseñado que ser responsables y hacernos responsables es un deber.
Primero nuestros papás, luego la escuela, luego el trabajo, luego el gobierno y así interminablemente ya que los agentes validadores de responsabilidad están por todas partes.
Aprendimos a vivir la responsabilidad como binaria y por ende extremista:
La tienes o no la tienes.
Eres o no eres.
No hay tonos grises ni término medio.
También aprendimos a vivir la responsabilidad como juiciosa y determinante:
Si eres y la tienes, eres bueno y querido.
Porque es lo que se espera de ti…
Si no eres y no la tienes, eres malo y castigado.
Porque no sabes jugar por las reglas…
Esto nos ha llevado a querer ser responsables no por recibir los beneficios de la responsabilidad, si no por evitar las consecuencias de la irresponsabilidad.
Por eso como raza no deseamos asumir responsabilidad.
Lo que deseamos es evitar irresponsabilidad.
Es decir, nuestro deseo por asumir responsabilidad viene de la culpa, miedo y paranoia.
Se cocina vía negativa.
Y de afuera hacia adentro.
Por eso se vive cómo una exigencia.
Y cómo un deber.
En corto, la responsabilidad la hemos aprendido a vivir cómo una imposición.
Y ahí está el problema.
Porque una imposición te victimiza.
Te aplasta.
Te quita poder.
Por eso como raza se nos hace tan fácil evitarla.
Porque no la estamos buscando directamente a ella por sí misma.
Porque no la deseamos a ella por sí misma.
Porque no la hemos aprendido a valorar y entender por sí misma.
Sólo hemos aprendido a dimensionar su ausencia.
Porque al experimentarla como una imposición externa, no nos hemos permitido experimentarla como una convicción interna.
Y ahí está el hack.
En darle la vuela y hacerlo justo al revés.
La bendición
La imposición, cómo ya vimos, está llena de peso y libre de toda pasión.
Y así, difícilmente querrás experimentar la responsabilidad.
Ya ni modo, así te la enseñaron.
Pero hoy la puedes recodificar quitándole el peso y llenándola de pasión para que se vuelva algo placentero.
Y así, difícilmente querrás dejar de experimentar la responsabilidad.
Porque la empezarás a desear por sí misma.
¿Cómo?
Deja de vivir la responsabilidad como imposición, y escoge vivirla como bendición.
Ese es el hack que me liberó.
Alquimizar la responsabilidad transformándola de imposición en bendición.
Te explico.
Cómo decía el maestro Rumi: “El antídoto está en el veneno”.
Y en este caso, la llave de la transformación está en la palabra misma:
Responsabilidad.
Pero para ver el antídoto, tienes que re-codificar la palabra:
Responsabilidad = HABILIDAD para RESPONDER.
Cuando dejas de entender el concepto “responsabilidad” como responsabilidad y lo empiezas a entender como habilidad para responder, te das cuenta de algo mágico:
Sólo existe una responsabilidad donde ya existe una habilidad.
Es decir, sólo existe una responsabilidad en tu vida porque ya tienes la habilidad que necesitas para responder a esa responsabilidad.
Y una habilidad es una capacidad.
Y una capacidad es una fortaleza.
Y una fortaleza es una bendición.
Porque estar seguro que puedes es una bendición.
Visto así, cada una de tus responsabilidades es una oportunidad privilegiada para celebrar cada una de tus capacidades.
Para manifestarlas.
Para vivirlas.
Para agradecerlas.
Desde que hice el hack, ya no me afecta si la tarea no me gusta, me cuesta trabajo o me da flojera.
Con gusto la hago.
Porque donde antes había el peso de la imposición, hoy sólo queda el agradecimiento de la bendición.
Por eso ahora lejos de huirle a la responsabilidad la busco.
La deseo.
Le canto, la atraigo y le coqueteo.
Porque ya la amo a ella por sí misma.
Porque amo el proceso y la experiencia de bañarme en ella.
Porque cuando me baño en ella, ella me permite bañarme en mi propia capacidad.
Y no hay mayor bendición que vivir, manifestar, validar y celebrar tu propia evolución.
Regálate el hack.
Tú decides.
Happy trippin
¡¿Y qué hago con esta información?!
La próxima vez que te cueste trabajo asumir una responsabilidad y quieras evitarla o postergarla, hazte esta pregunta:
“¿Qué habilidad ya tengo en mi que voy a experimentar si cumplo con mi responsabilidad”?
Anota y agradece tu bendición.
Y mientras cumples con tu responsabilidad, vive, celebra y manifiesta tu capacidad conscientemente.
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thanks Alex